CHAPTER I
Hay poca gente en el pequeño restaurante de comida rápida
en donde trabajo, van a dar las cinco de la tarde y acabo de entrar para mi
segundo turno, tuve que cubrir a Dylan esta vez ya que tenía que ir al médico a
enterarse de que probablemente su novia está embarazada ¿Pero qué carajos les
pasa a los adolescentes? Ser padres a los dieciséis no es precisamente un
orgullo. Me pregunto y respondo yo mismo mientras tomo la botella de
desinfectante y la franela para limpiar las mesas, camino hacia una de ellas la
que esta exactamente cerca de la ventana. Roció con el atomizador de la botella
el desinfectante sobre la mesa y comienzo a limpiar.
Las personas no pueden comer sin batir toda la mesa, vale
que es una hamburguesa y esas cosas grasientas pero por favor come
decentemente, me auto contesto, la mesa nuevamente tiene aspecto de ser mesa y
no un lugar donde aventar sobras de comida. Acomodo bien el servilletero y me
giro para continuar con las demás mesas.
Me dirijo a una en la cual las personas que la estaban
ocupando se paran y se alejan, sonrió a estas personas si les han enseñado
modales, nuevamente roció el desinfectante y paso la franela por la mesa.
-¡¡Ji!! – me grita Zamantha desde el mostrador, avanzo
hacia donde esta ella de seguro que se le ha trabado nuevamente la caja
registradora o no sabe que botones apretar para tomar la orden. Zamantha es una
recién ingresada por lo que está en etapa de aprendizaje y si logra pasarla se
queda. Realmente dudo que dure esta semana.
-Dime Zamy – le he puesto un diminutivo, la chica es
linda y tierna pero muy torpe, a pesar de eso me cae de maravilla.
-Tengo que ir al baño ¿Podrías encargarte de tomar las
ordenes? – dice mientras me lanza unos ojitos como el gato con botas, me da
risa el solo verla así.
-Anda ve, yo me encargo de esto – digo apuntando la
computadora en donde se toma la orden.
Zamy sale disparada para la parte trasera donde esta
nuestros vestidores así como el baño para los trabajadores, suspiro cuando
llega los primeros clientes.
-Buenas tardes ¿Desea que le tome la orden? – Es una
mujer con un niño de cinco años más o menos están frente de mí a la espera de
que les demos su comida.
-Claro, dos hamburguesas una chica y una grande, refresco
de cola grande y un jugo de manzana y dos papas a las francesas grandes. Por
favor – rápidamente tomo la orden mientras doy clic para que la computadora
sume su orden
-Serian trece dólares – le digo extendiendo su ticket de
compra mientras le paso la lista de la orden a mi compañero para que se la pase
a John que está en la cocina, la mujer me da el dinero y yo abro la caja
registradora – En un momento le entregan
su orden. Gracias por su compra – le digo mientras amplio una sonrisa en mi
rostro y le entrego su cambio.
Veo como el niño corre hacia donde están los juegos de
menores ante el grito de al parecer su madre de no alejarse mucho.
-Disculpa ¿Puedes tomarme la orden? – un chico de más o
menos veinte años me dice mientras una chica está colgada de su cuello.
-Oh lo siento ¿Qué ordenaras? – exclamo avergonzado por
estar de despistado.
-Dos hamburguesas de pollo, dos refrescos de manzana, dos
papas a la francesa y dos helados de chocolate con jalea de fresa – una vez más
hago muestra de mis habilidades para tomar la orden tecleando rápidamente un
minuto después el ticket está saliendo – Serian catorce dólares con cincuenta
por favor – el chico me extiende una tarjeta y sin más la paso por la terminal,
otro nuevo ticket vuelve a salir. – Me podrías firmar aquí por favor – le
señalo el lugar donde se es requerida su firma una vez hecho el procedimiento entrego
la orden a nuevamente a mi compañero y está esta rumbo a la cocina.
Zamy ha tardado en regresar, esta niña de seguro ha de
estar llamando a su novio o viendo su Facebook, me centro en las personas que
están comiendo mientras conversan de algo interesante o gracioso por las caras
que ponen; unos ríen otros están serios. Las risas de los niños también
ambientan el lugar, subiendo y bajando por los toboganes, zambullirse en la
alberca de pelotas o brincar en los inflables. Quien quisiera ser niño y no
preocuparse por nada, cuando eres niño no te preocupas por mantener a tu
familia solo es juego y nada más, las imágenes de mi difícil infancia se
arremolinan en mis recuerdos. Yo no venía a comer hamburguesas con mis padres
yo iba a trabajar cargando bolsas pesadas para que me dieran un dólar a cambio
y llevarme aunque sea un pan a la boca, yo no jugaba como todos estos niños yo
tenia que llevar dinero a casa para que mis hermanos comieran.
En cierta forma envidio a esos niños que tienen todo, que
tienen dos padres en casa preocupándose por ellos, un plato de sopa caliente
cuando llegan de la escuela, cuando iba a la escuela me iba sin desayunar y si
bien me iba podía comer alguna sobra que me daban las señoras del comedor.
Envidio a esos niños que gozan de una infancia sin preocupaciones ni problemas.
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas, cuando
recuerdo mi pasado siempre término llorando preguntándome ¿Por qué yo no tuve
la oportunidad de merecer eso? Sacudo mi cabeza cuando mis ojos quedan
atrapados en el aura enigmática de un hombre que ha entrado al local y que
comienza a avanzar hacia donde estoy yo. Es alto, corpulento, lleva una camisa
manga larga de cuadros color grisácea con negro y café, un pantalón ceñido a
sus piernas dejando ver lo fuertes que son, no sé si es un vaquero o un
pantalón de piel pero sin duda parece como si hubiera sido especialmente echo
para él, su cabello negro como la noche está perfectamente peinado y acomodado,
se ve sedoso. La boca se me ha secado por completo y no logro encontrar una
explicación coherente de lo que está sucediendo.
-Buenas… - ve su reloj – Tardes – sonríe, sus dientes
perfectos y blancos se asoman entre sus labios.
-Buenas tardes – logro pronunciar - ¿Le puedo tomar su
orden? – el efecto ha pasado tengo que concentrarme en mi trabajo, por muy
apuesto que este primero es mi trabajo.
-Si gracias, una hamburguesa y un refresco de cola si no
es mucha molestia – su voz es gruesa y embriagadora…te seduce al momento.
-Claro – comienzo a teclear la orden del aquel
desconocido – Serian cinco dólares – le digo extendiendo el ticket de su
compra, nuestros dedos hacen contacto y una chispa inesperada parece crearse en
nuestros dedos. Lo miro, al parecer a el también le ha causado la misma
reacción – Lo siento – aparto rápidamente mi mano y es como si la hubiera
metido al fuego.
-No te preocupes – sus ojos no se apartan de mí, que me
está escrudiñando de arriba para abajo.
-En un momento le dan su orden – giro mi cabeza hacia la
derecha tratando de que su mirada fija en mí no me afecte, aunque para ser
sinceros no hay mucho que pueda hacer contra ella.
-Ji, lo siento me tarde demasiado – Zamy está detrás de
mí.
-Eres de lo peor – pronuncio mientras en broma le doy un
pequeño golpecito en su mano.
-Lo siento – repite mientras avanza hacia donde se toma
las ordenes.
Camino fuera del mostrador para seguir limpiando las
mesas que han dejado los comensales, siento como una mirada me sigue y me giro
encontrándome con los ojos negros de pantera de aquel extraño que me mira
penetrantemente.
Tranquilo Ji, me digo a mi mismo mientras me acerco a una
de las mesas para limpiarlas pero la sensación de estar siendo observado me
comienza a irritar, me giro hacia la persona que sé que lo está haciendo y le
lanzo una mirada furiosa y llena de odio, el sujeto en cuestión solo sonríe
ante mi reacción. Le doy la espalda irritado, su jueguito de miraditas es
molesto. Dispuesto a encararlo me giro pero ha desaparecido, volteo a todos
lados para localizarlo pero fallo pues es como si la tierra se hubiera abierto
y lo hubiera devorado.
Suspiro, al menos ya no tengo que estar soportando su
mirada clavada en mi espalada. Una vez habiendo terminado de limpiar las mesas
me dirijo hacia el mostrador, la cantidad de clientes ha disminuido por lo que
ahora el local está en calma.
-Ji, hoy iremos al nuevo centro nocturno que han abierto
¿Iras con nosotros verdad? – La voz de John se hace presente.
-No puedo – respondo
-Tu nunca quieres salir con nosotros mejor confiesa que
te caemos mal y que por eso rechazas nuestras invitaciones – Joss la encargada
de los empleados protesta mientras se acerca a nosotros.
-No es eso, es que mañana tengo que presentar mi examen y
tengo que estudiar y levantarme temprano – y todo lo que digo es cierto mañana
presentare mi examen para poder tomar el curso de idiomas que tanto he querido
realizar.
-Bueno al menos hay alguien que quiere superarse aquí –
menciona Max pasándome su brazo por los hombros – No hay problema hermano, otro
día será pero eso sí, si no pasas ese dichoso examen me enojare contigo –
-Lo pasare Max, sabes que es mi sueño –
-Bien, bien si quieres ya puedes irte Ji nosotros nos
encargaremos de cerrar, ve a estudiar y patéale el culo a ese examen – declara
Joss, todos reímos.
-Joss, nena por lógica un examen no tiene culo – Joss le
lanza una mirada a MaX de esas que si surtieran efecto estarías acribillado con
por lo menos cincuenta balas en todo tu cuerpo.
-Bien, entonces ¿Ustedes se encargaran de todo? –
-Sí, ya vete Ji nos encargaremos de todo – me dice John
quien ha empezado a lavar la parrilla.
-Bueno – me adentro hacia los vestidores y me limpio la
cara con toallitas húmedas que siempre llevo en mi mochila, pues la grasa de
las hamburguesas se impregna en la cara y te hace parecer farolito.
Una vez listo cierro el locket que me pertenece y salgo
para despedirme de mis compañeros.
-Hasta mañana – les digo
-Hasta mañana Ji – pronuncian al unísono.
Hace frio es invierno, abro la mochila para sacar mi
bufanda y un gorrito de lana los cuales me coloco, he olvidado los guantes por
lo que ahora mis manos se metamorfosearan en morado-verde.
El sentimiento navideño esta por todas partes, arboles
luces y otras cosas que sin duda hace que o bien odies la época o la ames. Por
mi parte me es indiferente.
Comienzo a caminar calle abajo viendo como algunos
locales también comienzan a cerrar, veo el reloj que descansa en mi muñeca y
veo que son las nueve de la noche, veo una pequeña panadería abierta por lo
cual decido entrar y comprar algo para cenar.
Una vez que he escogido el pan de dulce que más me gusta,
pago y salgo del local. La calle comienza a ser desierta y hasta cierto punto
me intimida giro hacia atrás para ver que hay a mis espaldas y veo a alguien
que también viene bajando la misma calle que yo, comienzo a caminar más rápido
estoy sintiendo un mal presentimiento en este momento así que quiero llegar a
la de ya a casa y encerrarme para poder estudiar.
Escucho unas pisadas que se acercan me giro y es un
hombre con sombrero y gabardina negra que le llega más debajo de las rodillas,
está muy cerca y casi siento la necesidad de correr pero en su lugar comienzo a
dar zancadas más grandes hasta que mi instinto básico de supervivencia se
activa y comienzo a trotar no hubiera tenido tanto miedo si el tipo que está
detrás de mí no hubiera comenzado a correr también.
Los chirridos de los neumáticos de un automóvil me
distraen y el tipo me sujeta del brazo.
-¡¡SUELTAME!! ¡¡SUELTAME!! ¡¡AUXILIO!! ¡¡POR FAVOR
AYUDENME!! – comienzo a gritar forcejeando con el sujeto que me ha sujetado muy
fuerte.
-¡CALLATE! – su voz es demandante
-¡SUELTAME HIJO DE PUTA! –
-¡A MI NADIE ME DICE HIJO DE PUTA! – y sin más estampa su
puño en mi cara.
-¡¡VETE A LA MIERDA!! – le escupo.
El auto del cual escuche los neumáticos se para a un lado
de la acera.
-¡¡POR FAVOR!! ¡¡AYUDA!! ¡¡AYUDA!! – pero es inútil dos
hombres con la misma características que el tipo que me tiene tumbado en el
suelo aparecen.
Uno toma un pañuelo y sin más lo lleva a mi nariz,
comienzo a lanzar patadas al aire pero es inútil comienzo a sentirme cansado y
sin más pierdo la noción de mi realidad.
Un choque de algo líquido en mi cara me hace despertar de
golpe, toso con todas mis fuerzas pues al parecer me han echado agua en la
cara, pero me percato que estoy amordazado y que si sigo tosiendo lo único que
lograre es que me ahogue. Noto también que estoy atado de manos y pies no puedo
moverme.
-Hasta que despierta este mierda – una voz burlona hace
acto de presencia pero no puedo ver nada están en las sombras, quiero mandarlo
a la mierda pero la mordaza es efectiva y no me permite si quiera mover la
boca.
-Vamos Perro
tápale los ojos para que no pueda vernos – un tipo muy alto al parecer como uno
noventa se acerca con un pasamontañas y una cinta negra, sin poder hacer algo
me tapa los ojos inhibiendo mi visión.
-Ya está –
-Ya era hora – una nueva voz se hace presente.
-Alguien avísele al encargado que ya tenemos la mercancía
–
-No hace falta – una voz…esa voz…esa voz yo la conozco -
¿Lo que tiene ahí es un golpe? – Pregunta se hace un silencio sepulcral –
¿Nadie responderá? –
-El hijo de puta por poco me revienta los huevos de una
patada – ahí está la voz del cabrón que me pego.
-Pues yo te reventare el cráneo de una patada – anuncia
en tono enojado.
-Vamos solo me protegí – se defiende el muy maldito.
-Déjenme a solas con él – y sin ningún tipo de objeción
se escuchan los pasos alejándose.
Siento como su mano acaricia donde se está comenzando a
hinchar por el golpe, una corriente eléctrica se manifiesta
-Eres hermoso – esa voz… no puede ser…
-Tú – exclamo reconociéndola completamente.